La librería Plácido Gómez de Castellón, acogió el sábado 7 de mayo la conferencia, “Tintín, un detective de línea clara”, impartida por el premio nacional de poesía, Luís Alberto de Cuenca y Alicia Mariño, poeta y filóloga.

"La musicalidad del nombre es importante en un personaje de cómic"

Alicia Mariño:"Tintin nació y creció para mostrar la realidad de la sociedad y del mundo"

Tintín y Milu nacieron de la plumilla de George Remis, con las influencias del Art Decó. Surgiero cuando apenas había empezado a utilizar su nombre artístico: “Hergé” por el que pasaría a la fama por sus personajes, pero sobre todo por Tintín. Alicia Mariño, filóloga y “tintinóloga”, comenzaba a desgranar en su charla las vicisitudes del personaje y su creador, bajo la mirada de su marido Luís Alberto de Cuenca (tintinófilo también, aunque reconoce que “no leyó a Tintin hasta que tuvo veintitantos, porque me parecía un tebeo para pijos”).

Pero tras la anécdota, la charla empieza a relatar cómo la vida de Hergé y Tintín fueron realmente parejas. Hergé comenzó con 17 años a dibujar para una revista de su entorno. Pero su creatividad despierta interés en un medio más potente. Tanto es así que crean el suplemento " Le Petit Vingitième” (El pequeño veinte) del semanario "Siglo XX", donde su responsable, el abate Wallet le propone inventarse una historia con un personaje que cuente realidades sociales y geográficas pero que venda valores.

El abate le propuso dibujar a un adolescente reportero que le acompañe un perro. “Entonces apenas tenía rasgos caricaturescos, más como un esbozo, pero con una gran influencia del art Decó”, apunta Mariño.

Tintín narraba aventuras, pero también la realidad que le rodeaba, incluso de manera un poco incisiva. Mostrando con anticipación la ocupación nazi. A pesar de que más tarde incluso le llegarían a acusar de colaboracionista, por haber seguido dibujando durante la guerra. Este hecho le pasó factura personal y tardó en volver a consolidar su trabajo.

También con antelación en sus álbumes denunció el comunismo, la sociedad burguesa del momento y hasta la opulencia, por ejemplo, en "Las joyas de las Castafiore”, ha relatado la tintinóloga.

Por su parte, Luís Alberto de Cuenca apunta que una de las cosas más importantes para Hergé fue que tuvo siempre las riendas de sus personajes. Jamás cedió ni vendió la propiedad de estos personajes como sucedió por ejemplo con el personaje de Pumby español, que era propiedad de la editorial y no de su creador.

Tintín fue cambiando, reduciendo sus prisas, moderándose, en la acción; sumó compañeros de viaje, como el capitán Haddock o el profesor Tornasol. Tintín y Hergé cambiaban juntos, y así lo hicieron también al llegar al álbum "Tintín en el Tíbet". Alicia Mariño recuerda que esa pieza “simbolizó un viaje hacia la luz de Oriente. Todos los héroes que hacen este viaje al oriente lux vuelven siendo otra persona. Tintín, también cambia, igual que su creador, deja de ser tan frenético. Incluso al final de los tiempos, se va a ir despojando de todo, incluso de sus pantalones bombachos que los dejó de gastar en 1975. Fue el último álbum y fue aviso del final".

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