Ricardo Menéndez Salmón: “El sistema”

El escritor asturiano presenta en Castellón un mundo futuro en el que no es muy difícil interpretar un presente en crisis económica, ideológica y moral

El escritor asturiano Ricardo Menéndez Salón ha propuesto esta tarde en el Salón de Actos del Edificio Hucha de Castellón una lectura de los grandes temas que tenemos encima de la mesa en la contemporaneidad, como la identidad como individuos y colectivo y se pregunta hacia dónde va la humanidad.

El autor se ha reunido para charlar con sus lectores en el marco del ciclo de charlas-coloquio “Condición Literal” de la Fundación Caja Castellón para presentar “El sistema” su última novela, con la que ha sido distinguido con el prestigioso premio Biblioteca Breve 2016.

Ricardo Menéndez Salmón nos presenta un mundo futuro en el que no es muy difícil interpretar un presente en crisis económica, ideológica y moral. En él, un centinela un una isla llamada Realidad es el vigilante ante un posible ataque de bárbaros desterrados, mientras sus viejas convicciones se van diluyendo. Una historia que le sirve para reflexionar “hacia dónde nos dirigimos como colectividad y los frutos de nuestra cultura, ciencia y progreso, de nuestros sistemas políticos y órdenes éticos y las grandes palabras de democracia, justicia y libertad para ponerlas en cuarentena, discutirlas y juzgarlas con esta posibilidad de un mundo más allá de la humanidad".

Una historia que redirige nuestra mirada hacia Europa “y por extensión del primer mundo industrializado en el que militamos. En los últimos 15 ó 20 años pensábamos que habíamos llegado a una especie de final de la Historia. Habíamos conquistado un sistema político ideal, la democracia parlamentaria; un sistema económico que debíamos exportar a toda la humanidad, el capitalismo y, un orden científico y tecnológico que nos iba a llevar a un progresivo enriquecimiento”, recuerda el autor. Aunque “era un relato del mundo contemporáneo completamente equivocado” ha añadido.

Remarca que “el desarrollo científico, por primera vez en la historia de la humanidad, está en condiciones de generar resultados que cancelen todo posible progreso. Frente a eso se necesita un pensamiento humanista. Arrinconar la literatura, el arte o la filosofía puede conllevar un olvido de muchas cosas que conviene tener presente. El progreso científico y tecnológico no ha llevado aparejado un progreso en el orden ético o en la construcción de un mundo más justo. El hombre sin memoria, sin filosofía y sin escritura no es nada. Como tampoco es nada sin tristeza, sin fatalismo, sin violencia y sin pasiones. Igual que hay un secuestro de lo político por lo económico y un secuestro de la libertad por la seguridad, hay un secuestro de los saberes humanistas en nombre de la utilidad, del más radical positivismo. Considero que es urgente una redefinición de lo que llamamos humano”.

Unido a ello es el miedo que se expande en nuestra sociedad que para el autor “es la mordaza ideal, el refugio soñado para el rebaño. Ningún elemento cohesiona más a una sociedad que el temor. La política ha probado de mil modos que el miedo, instalado en la sociedad, arroja réditos. Una sociedad temerosa es una sociedad más sencilla de manejar”.

Por ello subyace la idea en la novela de que estamos en un final de época. El autor afirma que “los finales de época no son de hoy para mañana, el mundo no caduca en unos pocos años, a lo mejor se necesita toda una generación pero seguramente en los próximos 50 años quienes construyan el relato del mundo tendrán otras sensibilidades y otros colores”. Aunque “la realidad, que posee una velocidad de crucero altísima, ha hecho que elementos de ficción se puedan leer en clave histórica” añade.
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