El escritor y periodista Fernando Sánchez Dragó volvió a la capital de la Plana, invitado por la Fundación Caja Castellón, con una novela de no ficción en la que relata los delitos y el cautiverio de Luis Roldán, el miércoles 20 de mayo.

«Hay cosas que no pueden decirse, y es cierto. Pero lo que se tiene que escribir es lo que no se puede decir.» Dragó hace suya esta frase de María Zambrano en su última novela una aventura literaria de alto voltaje donde todos los personajes, menos uno, aparecen con nombre propio. La crónica de los delitos y el cautiverio de Luis Roldán, y la de la trepidante búsqueda emprendida por el autor en seis países al hilo se recortan contra el telón de fondo de la España de las corrupciones, las imposturas y la picaresca.

Es el libro que presentó Fernando Sánchez Dragó  en la Fundación Caja Castellón. Una obra que el autor considera: “el final de una inmensa tetralogía ibérica. Empecé escribiendo de la España mágica en 'Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España', que publiqué en 1978; años después escribí, en 'Muertes paralelas' (2006), de la España trágica, la cainita, la de la Guerra Civil. En 2008 llegó 'Y si habla mal de España, es español', que reflejaba la España hortera, la España del pelotazo, de las burbujas y de todas estas cosas; y ahora, en este novelón de 'La canción de Roldán', aparece la España corrupta, la España podrida. Así es que la verdad es que creo que yo, con mi país, ya he cumplido”.

Sánchez Dragó confecciona un retrato interior, psicológico y moral de Luis Roldán mientras construye su propio retrato moral, llegando a la conclusión de que “cualquiera podemos ser Roldán” en la medida en que “cuando una persona tiene poder y dinero en sus manos, puede convertirse en un delincuente”. Al respecto de los últimos casos de corrupción que predominan en la España actual, Sánchez Dragó considera que son “más graves” en cuanto a que “llueve sobre mojado”.

El lector que busque un relato periodístico o datos concretos no los va a encontrar. Sí encontrará la descripción minuciosa, literaria de cómo una persona como Luis Roldán se convierte en un delincuente, cómo el poder y el dinero corrompen a las personas. Y también cómo a través de un proceso de sufrimiento personal, de aislamiento penitenciario, de lectura de filósofos y toda clase de escritores y de reencuentro con el Dios y con la religión de sus años infantiles poco a poco, cuando estaba a punto de suicidarse, Luis Roldán va poniéndose en pie, expía sus delitos y se convierte en lo que ahora es: un ciudadano más, un ciudadano honorable.

Para el escritor y periodista “España está completamente irrespirable. Todo el mundo que conozco se quiere ir de este país dejado de la mano de Dios; es un país que no tiene arreglo, porque leyendo esa especie de mosaico ibérico mío, te das cuenta de que la de hoy sigue siendo la España profunda, la España eterna. Un país que tiene caras buenas, como la mágica, y horribles como las otras tres: la trágica, la chabacana y hortera, de charanga y pandereta; y la de una España espantosa, corrupta y podrida”. Y añade que “Todos los países tienen un núcleo duro, y se necesitan siglos o milenios para cambiarlo. Tú miras a Egipto, y en estos momento manda un faraón: Abdelfatá Al Sisi; tú miras a Rusia, y allí manda un zar: [Vladímir] Putin...; aquí tenemos al pícaro como modelo social y, de hecho, la gente sigue votando a los corruptos, lo cual indica que, en realidad, el problema no son los corruptos, son los españoles, que son los que los eligen, los perdonan y los admiran”.

Como conclusión añade que “Resulta bastante estremecedor que un libro así podía haberse escrito también en el Siglo de Oro, no por los méritos literarios que pueda tener sino porque ya en el Siglo de Oro y eternamente en la historia de España, el único país donde ser pícaro está bien visto, ha existido siempre la corrupción. Los dos grandes símbolos de esta España corrupta, podrida son Luis Roldán, no por la cantidad de dinero que se llevó sino por ser el director general de la Guardia Civil, y Cervantes, el más importante de nuestros escritores que recaudaba contribuciones, se quedaba dinerillo de ellas y acaba también en la cárcel. Pone un poco los pelos de punta un país donde nada menos que el director de la Guardia Civil y el escritor más importante con el que contamos hayan sido culpables de esta corrupción”.

Preguntado por el panorama actual afirma que “Los actuales casos de corrupción, en la medida en que llueve sobre mojado, son más graves”.

Fotografía: Pepe Lorite

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