Doce hombres peregrinarán a Sant Pere de Castellfort en un recorrido lleno de tradiciones.

El próximo sábado día 25, doce hombres de Portell, el sacerdote y los ayudantes saldrán desde la localidad a las cinco de la mañana para dirigirse a Sant Pere de Castellfort. Los peregrinos cumplirán un año más con la tradición que se remonta al año 1514 según los documentos del Obispado de Tortosa. Esta peregrinación es una de las mejor conservadas en el interior de Castellón y, como particularidad, destaca que no tiene público ni visitantes por lo que mantiene el encanto del misterio que todavía la rodea. Los peregrinos salen de la iglesia de Portell de uno en uno empezando por el más mayor, a cada toque de campana, y les separa una distancia de cincuenta pasos entre ellos. Emprenden un camino que en 1738 sufrió modificaciones, tras una disputa con los vecinos de Castellfort. Desde entonces el "camí dels Peregrins" no ha variado. El último de ellos lleva una campana que sirve de aviso para el resto. Antiguamente los peregrinos únicamente podían ser hombres casados, aunque con el despoblamiento se admite a todos los que tienen vínculos con Portell. Además, es fija la presencia de un miembro del Ayuntamiento entre los penitentes. El uniforme del peregrino es sencillo: camisa blanca, capa, rosario y un sombrero.

En el recorrido es costumbre hacer una reverencia ante todas las cruces que se pasan. También se reza en una piedra en la que, según la tradición, falleció uno de los penitentes. Entre ellos no les está permitido hablar. El camino dura algo más de cuatro horas y hacia las nueve de la mañana llegan a Sant Pere de Castellfort donde se celebra una misa en la ermita, en la que únicamente están presentes los doce peregrinos. En esta misa se recuerdan todas las peregrinaciones que tienen como punto de destino este lugar elevado. Tras la misa los peregrinos reciben el almuerzo, preparado por el mayoral en el que, según las órdenes episcopales, no pueden participar las mujeres ya que su presencia fue prohibida en 1514. El mayoral también les proporciona la comida. Antiguamente utilizaba una oveja y cuarenta litros de vino. La merienda es a base de huevo duro, aceitunas negras y queso del terreno. Cuando avanza la tarde los peregrinos emprenden el regreso hacia Portell, donde entran con la caída de la noche en el mismo orden en el que salieron y, al contrario que en la salida, los peregrinos son recibidos por todos los vecinos del pueblo que les esperan con todas las peanas de la parroquia.

La historia primitiva de esta peregrinación se remonta, según la leyenda, a la Edad Media. Doce hombres de Portell decidieron ir a Roma para pedirle al Papa una solución a la sequía que padecían y éste les indicó que para solucionarla debían acudir a la ermita de Sant Pere más próxima. Sólo uno de los viajeros regresó a Portell.

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