Antonio Pampliega: “En la oscuridad: Diez meses secuestrado por Al Qaeda en Siria”

Ciclo de charlas-coloquio “De Razones y Hombres” de la Fundación Caja Castellón

Antonio Pampliega (Madrid, 1982) es periodista y ha cubierto zonas de conflicto desde 2008. Fue, además, uno de los primeros periodistas del mundo que entró en Siria tras el inicio del conflicto en el año 2011. Desde entonces, ha recorrido la mayoría de las provincias del país en una docena de viajes en los que ha tratado siempre de reflejar el sufrimiento de la población civil y las cicatrices que deja la guerra. A mediados de julio de 2015, junto a dos periodistas españoles, cruzó la frontera de Turquía en dirección a Siria en el que era el duodécimo viaje a la zona de Antonio Pampliega. El periodista tuvo la sensación de que esta vez las cosas no discurrían como habitualmente. De improviso, una furgoneta les cortó el paso. Del interior salieron seis hombres armados que les sacaron a gritos del coche en el que viajaban. Su contacto en la zona, pronto resultó evidente, les había traicionado.

Desde ese momento y hasta la liberación de los tres periodistas transcurrieron diez meses. Sus secuestradores, la rama de Al Qaeda en Siria, le mantuvieron en aislamiento, creyéndole un espía, en medio de golpes, humillaciones y amenazas. 10 meses de cautiverio en los que Pampliega se levantaba cada mañana con la incertidumbre de saber qué sería de él, si volvería a pisar suelo español o cómo estaría su familia.

Hoy ha llegado a nuestra ciudad, invitado por la Fundación Caja Castellón para compartir su testimonio ya que “necesitaba un proceso para contar lo que me había ocurrido, quería que la gente lea cómo se vive un secuestro. Cómo se puede aguantar o superar eso, incluso sacándole algún toque de humor. Quería quitarle ese halo de heroicidad que se extiende sobre los periodistas de zonas de conflicto. Nosotros no somos superhéroes, no. Somos seres humanos y pasamos miedo. Muchísimo miedo. Y quien diga que no, miente. Tenemos miedo a morir, a no ver a nuestra familia; los golpes nos duelen.”.

Mientras estuvo retenido le simularon una decapitación aunque Pampliega asegura que “lo peor fue la soledad total. Todo eso metido en una habitación solo contigo y te lo comes tú solo”. “Cuando me quisieron convertir, me dijeron: "Vas a ir al infierno". Y yo le dije: "Esto es el infierno". La ejecución era un castigo para mi familia pero también era una liberación para mí. No aguantaba más. Todos los días lo mismo.”. Resalta que el mayor miedo que pasó durante el cautiverio fue que su familia “viera como me decapitaban y que no estuvieran orgullosos de mí. Eso era lo que más temía. Intentar aguantar, porque no sabía si iba a ser capaz. Yo me acordaba de mis compañeros y pensaba: "Si ellos han aguantado, ¿cómo no voy a aguantar yo?". Por eso me repetía ese "soy un cobarde".

“La cobertura de conflicto conlleva unos riesgos y no se necesita únicamente seguros médicos, sino que se requiere una escolta. Nosotros no nos pudimos pagar una escolta. Si pudiésemos pagar hombres armados, seguramente no hubiese acabado como acabó. No pudimos financiarlo cuando los medios nos pagan lo que todos ya sabemos que nos pagan. La precariedad te empuja a pagar más barato. Y lo más barato no siempre nos resulta bueno. Te fías y piensas que la gente no es mala”. Por eso, gran culpa de que este tipo de raptos tengan lugar, la tiene la precariedad que sufren los profesionales, añade. A pesar de que nadie se puede asegurar plenamente frente a una guerra, si los medios “pagasen realmente lo que vale una cobertura, seguramente podríamos haber pagado una escolta armada, que, aunque no es cien por cien seguro, funciona como disuasión”. Aunque es consciente que su secuestro “no va a cambiar absolutamente nada” en la situación de sus compañeros o en el interés de los medios por las guerras, pero espera poder trasladar su historia a los lectores con un libro que le ha servido de terapia, asegura recalcando que no busca un trabajo, sino mejores condiciones para los compañeros que arriesgan su vida para hablar de una guerra a la que los medios no dan la importancia bajo el argumento de que a los lectores no les importa. A los lectores les importa. Lo que pasa es que los medios lo obvian porque la cobertura bélica es muy cara y prefieren hacerlo de agencia. La guerra en Siria se ha contado tan mal que no se sabe lo que está sucediendo. Si se hubiera contado mejor es posible que entendiésemos que vengan cientos de miles de refugiados, no solo de Siria, a Europa”. De hecho, añade ““los sirios nos decían a los periodistas occidentales que no entendían porque occidente no les echaba una mano. No pedían tropas. Pedían una zona de exclusión aérea para que el régimen no pudiese bombardear".

Antonio Pampliega no ha vuelto a Siria pero no tiene dudas. Seguirá siendo periodista.

Fotografía: Pepe Lorite
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