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28 - 12 - 15, Burriana. Club Hípico Mediterráneo

Entrevista a Giulia y Julián del Club Hípico Mediterráneo de Burriana

Entrevista a Giulia y Julián del Club Hípico Mediterráneo de Burriana
Giulia y Julián

Giulia:

“Para nosotros supone una satisfacción tremenda encontrarnos con niños que quieren aprender a montar y padres que les apoyan”

“La relación con un caballo debe estar basada en el liderazgo. Hay que conseguir que el animal te respete y que además colabore”

“Congeniar con un caballo es igual que hacerlo o no con una persona, es una cuestión de carácter”

Julián:

“El caballo y tú estáis pegados piel con piel, llega a ser una extensión de tu propio cuerpo”

“Montar a caballo es una sensación parecida a la que siente Astérix cuando toma la ‘pócima secreta’ de la marmita”

“Los niños más pequeños te hacen ver la magia del caballo. Se crean mundos paralelos alrededor del caballo con una fantasía maravillosa. ¡Ellos ven un caballo y realmente están imaginándose un dragón volador!”

“Los deportes hoy en día están demasiado enfocados a la competición y machacan a los niños para que ganen. Les hacen sentir permanentemente a prueba”

Entrevista a Giulia y Julián del Club Hípico Mediterráneo de Burriana

ENTREVISTA  GIULIA y JULIÁN

El otro día leía un artículo que hablaba sobre caballos. Sobre su inteligencia, su nobleza y la capacidad que tienen para empatizar con las personas. No necesitaba leer mucho, he podido comprobarlo en primera persona. Desde pequeña me han gustado los caballos, mis padres compraron una yegua cuando yo tadavía no había nacido con la que me encariñé desde el primer momento. Reconocía nuestros pasos, el sonido del coche cuando llegábamos a la cuadra, nuestro olor, nuestra voz. Se llamaba Raisa. Pero todo esto lo cuento no por ella, sino por todos los caballos y yeguas que he podido conocer en el Club Hípico Mediterráneo. Una hípica preciosa, enclavada en un entorno maravilloso al margen del río Mijares y rodeada de naranjos. Con una decoración que nos transporta a Andalucía, tierra de origen de uno de sus propietarios. Y ahora que hablamos de orígenes, cabe resaltar el carácter intercultural de la hípica; no por las razas de sus caballos que quizá también, sino por la procedencia de Giulia y Julián, los protagonistas de esta historia. Giulia, una italiana morena y simpática con una sonrisa quizá diría de las más amplias y blancas que he visto. Julián, más tímido, pero tan claro en sus gestos como en sus palabras. Con ellos compartimos una tarde entre caballos, su pasión y también su trabajo.

Pregunta. ¿Cuánto trabajo supone mantener así algo como este centro hípico?

Respuesta Giulia. Muchísimo… Con los animales ya se sabe, necesitan más horas de las que dedicarías a una jornada laboral normal.

Respuesta Juíán. Sí, esto da mucho trabajo todos los días. Ellos comen todos los días tres veces, hay que limpiarlos, atenderlos, hacer que se muevan… aunque les dediques todas las horas diarias que puedas, ¡siempre te faltan! Este es un trabajo que te tiene que gustar porque podrías dedicarle perfectamente las 24 horas del día. Esto es como en las películas del oeste, esas en las que sale el ‘rancho’ con la valla agujereada por la que se escapan las vacas. (Ríe).Siempre hay cosas que arreglar.

RG. Sí, hay más trabajo del que te puedes imaginar (Ríe).

RJ. Son muchos animales y algo que se sale de lo normal pasa todos los días.

P. ¿Qué supone mantener a un caballo?


RJ. Pues supone atención porque de lo que se trata es de mantenerlo bien. La comida, es decir, la paja, avena, el forraje, la viruta… y que tenga también un mozo para atenderlo. Además de las instalaciones en las que está.

RG. Además del mantenimiento en sí, yo no sé hasta qué punto se es consciente de todo lo que implica cuidar de un caballo. Siendo mío yo estaría tranquila de saber que aquí hay gente las 24 horas del día con él. A veces se escapan, se mueven de un lado a otro… Nosotros tenemos todo un sistema de alarmas, personas que se encargan de la vigilancia de los animales, de la alimentación… nuestros caballos no comen nada de pienso compuesto, es todo natural. Es que pueden pasar un montón de cosas. Para mi, esa atención continua es un gran valor añadido. Yo misma no era consciente del trabajo que hay detrás de todo esto hasta que me metí en ello.

Entrevista a Giulia y Julián del Club Hípico Mediterráneo de Burriana

P. Ya que sabemos que estáis casados desde hace dos años… ¿cómo se lleva compartir matrimonio y tanto trabajo?


RJ. Mal.
(Carcajada general)

RG. Bueno, bueno…

RJ. Cuando trabajas con alguien con quien tienes confianza siempre hay más roce del habitual.

RG. En cierto sentido tiene muchas ventajas porque sabes que tienes a una persona al lado que es de máxima confianza.

RJ. Es verdad. Es un apoyo muy grande, viendo además que es muy difícil encontrar en este mundo gente que entienda, que sepa, que le guste y que además disfrute como tú. Que lo viva con tanta pasión… es muy complicado. Hay mucha gente que se acerca al mundo del caballo para trabajar sin ser consciente de todo lo que supone y normalmente salen huyendo. Las horas que son, incluso los fines de semana, los días de fiesta… cuesta mucho encontrar gente en la que poder confiar para una tarea como la de cuidar caballos.

RG. También te ‘espesa’ físicamente. Tiene una parte muy bonita pero implica estar muchas horas al sol, o cuando hace frío, o llueve… todo eso forma parte de un sacrificio que en la mayoría de trabajos no hay por qué hacerlo. RJ. Giulia tiene un cuenta kilómetros en el teléfono y en un día de clase normal, nada más que dando clase, hace veintitrés kilómetros diarios.

RG. A mi también me sorprendió. Antes de tenerlo marcado en el teléfono no tenía ni idea y cuando lo vi la primera vez no me lo creía.

P. Hay que ser de una pasta especial entonces para dedicarse a este oficio… ¿Creéis que es algo con lo que se nace o se aprende?

RJ. Está claro que tienes que tener una sensibilidad especial… no todo el mundo puede hacerlo pero con voluntad se puede aprender. Hay mucha gente que no ha tenido contacto con los caballos desde el principio pero a fuerza de años y con muchas ganas al final ha conseguido un buen trato con ellos. Incluso hay algún caso de personas que han aprendido a domarlos no habiendo tenido contacto con ellos en su juventud, pero no es lo normal. Quien trabaja en este mundo y vive de este mundo es porque desde pequeño ‘lo ha mamado’.

P. Tú Julián, si no me equivoco, provienes de una familia dedicada ya al mundo del caballo…

RJ. Sí. Mi padre era rejoneador. Sebastián Sabater, de Vinaroz.

P. Entonces a ti te viene de cuna pero, ¿cómo se enseña a quienes van a domar caballos? ¿Hay títulos? ¿Es un procedimiento formalizado?

RJ. Sí. Hay títulos que ahora mismo los tramita la Federación Hípica. En breve ya será a través de la Conselleria de Educación mediante módulos de Formación Profesional aunque todavía está en proceso. Las clases teóricas se darán en centros acreditados o en la Universidad y las prácticas se harán en los clubes hípicos adheridos. Existe el ‘Técnico Nivel 1’, ‘Técnico Nivel 2’ y ‘Técnico Nivel 3’ que es el nivel superior. Yo en concreto tengo el de nivel 2. Cuando en España todavía no estaba muy regulado había cursos de fin de semana para monitores y también hice uno de esos. Estuve dos años en Gerona formándome a través de la “British Riding Association”.

P. Hace unos días hemos conocido la sentencia que condena a un hombre que mató a su caballo por no obedecer en una carrera. Sobre los domadores siempre planea la sombra del maltrato por eso te pregunto. ¿Cómo se enseña a un caballo, con cariño o con ‘palos’?

RJ. Más con cariño que con palos. Hay que dar correcciones y ganarse el respeto del animal sin pegarle. Hay que tener en cuenta que es un animal de 500 kilos que si no te respeta te pasa por encima. Te tienes que hacer respetar por él pero debes saber cómo hacerlo. El caballo puede ser muy bruto incluso jugando pero es muy fácil ganarse su respeto. Para nada hace falta darle una paliza para que te respete. Tu actitud frente a él, tu posición, tus gestos… mostrarles confianza, no tenerles miedo. Es una cuestión de autoridad.

RG. Pero que tu actitud tampoco suponga un desafío para él. Que no sienta que le estás atacando. Hay que conseguir que el caballo te respete y que además colabore. Tiene que notar tu capacidad de liderazgo.

Entrevista a Giulia y Julián del Club Hípico Mediterráneo de Burriana

P. Siempre se ha hablado del caballo como un animal muy inteligente, capaz de distinguir incluso cuándo se le acerca un adulto o un niño para tratarles distinto…

RJ. No es tanto una cuestión de inteligencia sino un instinto. Es cierto que normalmente se portan mejor con los niños, saben ver la bondad, la tranquilidad, la calma. Sienten esa inocencia y tratan muy bien a los niños.

P. ¿Y qué es mejor para enseñar a un niño, yegua o caballo?


RJ. Ambos. Lo mejor es que sean buenos y se porten bien. Existe una leyenda al respecto también que dice que las yeguas son más nerviosas o más inestables pero no es verdad. Hay mucha gente que no quiere montar yeguas pero nosotros tenemos hembras y machos por igual.

P. Viene gente con manías entonces que quiere elegir qué caballo o yegua monta…


RJ. Sí. En los niños por ejemplo es normal pero nosotros intentamos quitárselas para que se acostumbren a todos. Siempre hay algunos que les gustan más que otros y nosotros intentamos minimizarlo.

RG. Lo bueno es que tampoco a todos les gustan los mismos. Es curioso porque hay alguno que no puede ver a cierto caballo y sin embargo hay otro al que le encanta… Para mí es una suerte porque puedo repartirlos un poco. A veces les hago montar a los caballos que no les gustan y se ven cosas curiosas. Volviendo a eso de la diferencia de comportamiento entre adultos y niños, también existen diferencias entre unos niños y otros. El caballo se mueve por instintos que dependen mucho de la persona. A veces un caballo con una determinada persona se comporta muy bien y con otra se le ve más nervioso. Es una cuestión de carácter, congenian o no contigo como podría pasarte con una persona.

P. Y en las clases por ejemplo, ¿cómo lo hacéis para que no se conviertan en una locura?


RG. Dependiendo del nivel cambia el número. Intentamos que los grupos no sean grandes para poder prestar atención a cada alumno de una manera individualizada. Podría meter a muchas más personas en una clase que estarían montando pero lo que aprenderían de cada sesión sería mucho menos que ahora. Con grupos reducidos de entre cinco y seis alumnos puedes corregirles más, fijarte en sus errores…Como tenemos a los caballos tan bien acostumbrados - ya saben qué deben hacer - siempre nos centramos en mejorar con el jinete.

P. Yo supongo que también habrá niños, por ejemplo, que vendrán empujados por sus padres y no les hará mucha gracia…


RG. Hay de todo, niños que vienen por sus padres y al revés también, aunque lo ideal es cuando se juntan ambas cosas. Niños que quieren montar y padres que les apoyan. Para nosotros es una satisfacción tremenda. El niño lo disfruta y encima sus padres le dan la posibilidad de aprender hasta donde pueda. Entonces eso para nosotros es maravilloso, saber que está pasándolo bien y que encima su familia pone los medios para que tu le lleves.
Normalmente a los niños, cuando lo prueban, les gusta a todos pero el apoyo de los padres es fundamental.

P. ¿Desde qué edad vienen niños a aprender a montar a caballo?

RG. Desde los tres añitos ya vienen a clases con ponis. Sobre todo para practicar el equilibrio, el saber estar sobre un caballo. Son clases muy lúdicas, de psicomotricidad. Al fin y al cabo un poni es igual que un caballo pero en pequeñito. Tienes todos los riesgos reducidos al mínimo: si te caes no pasa nada, si te llegase a pisar tampoco pasa nada… entonces es aprender todo sobre el animal sin correr ningún peligro. Los ves trotar y galopar con los pequeñitos y cuando los subes a uno grande apenas notan la diferencia.

RJ. Con los niños pequeñitos es con quienes te das cuenta realmente de lo mágico que es. Ellos se crean unos mundos paralelos alrededor del caballo con una fantasía maravillosa. ¡Ellos ven un caballo y realmente están imaginándose un dragón volador! Ves cosas espectaculares. Les cepillan el pelo, les hablan… se van a otros mundos con una facilidad abrumadora. Verles es, de verdad, maravilloso.

Entrevista a Giulia y Julián del Club Hípico Mediterráneo de Burriana

P. ¿Qué cosas les aporta a su vida normal la relación con los caballos, con este deporte?

RJ. Les aporta muchísimo tanto en el aspecto físico como en el psíquico. En la parte física hay que ver que les ayuda mucho en su desarrollo. Tenemos niños que empezaron con tres años y tiene ahora veinte y te das cuenta de cómo han adquirido y mejorado capacidades como el equilibrio, la coordinación de las manos y las piernas…

RG. El control corporal es extraordinario.

RJ. Tenemos padres que no habían conseguido aficionar a sus hijos a ningún deporte hasta que llegaron aquí. Como es un deporte tan desconocido siempre se deja para el final. Vienen niños que ya lo han probado todo sin éxito y aquí damos en el clavo. Tenemos una ventaja, que lo enfocamos para que aprendan y se diviertan. En mi opinión, los deportes hoy en día están demasiado enfocados a la competición y machacan a los niños para que ganen. Y muchos de ellos no están preparados para esos niveles de exigencia. Aquí tienes la paciencia necesaria y ellos poco a poco se van cogiendo hasta llegar a hacerlo muy bien. El resto de deportes están centrados en competir y los niños se sienten en una criba: tu vales, tu no vales, tu vales, tu no vales… y aquí eso no nos sirve. Aquí les ayudamos a desarrollar su autoconfianza.


P. Y también tendréis gente mayor que viene a aprender, ¿no?


RJ. Sí. Yo creo que la gente mayor que viene lo hace cada vez más porque siempre ha querido aprender. Igual no han tenido la oportunidad o las escuelas no estaban adaptadas como por ejemplo la nuestra. Nosotros tenemos muy buenos caballos, mucha experiencia, hacemos las cosas siguiendo una metodología muy concreta. Nos basamos en el aprendizaje ligado al disfrute, para nosotros lo primero es pasarlo bien y es por eso que se interesa la gente y continúa. Con la gente más mayor puedes conseguir fácilmente que se interesen pero si al llegar se encuentran con un caballo nervioso o algo que se sale de sus expectativas se desmotivan. Ya no son tan valientes o tan sufridos como los niños. Nosotros tenemos las clases enfocadas de varias formas, porque aquí cada uno viene a lo que viene y hay que saber diferenciarlo. Los mayores vienen muchas veces a tener un poco de actividad física, a despejarse… y como lo sabemos ya enfocamos las sesiones de otra forma.

RG
. Cuando le das a alguien las nociones básicas, entonces esa persona empieza a disfrutarlo. Mientras no sabes cómo moverte o qué hacer encima del caballo te sientes un poco vendido a lo que quiera hacer el animal pero cuando le entiendes, cuando coges confianza, a partir de ahí empiezas a disfrutar de que te lleve, te obedezca… Hay gente que viene de trabajos muy estresantes y usan este deporte para despejarse porque se concentran totalmente en el animal que tienen debajo. Se olvidan de todo lo demás. Esa parte es muy importante, más que llegar a un nivel alto, hay que aprender a disfrutar del animal. Creas un vínculo con él muy difícil de conseguir con otros animales… ¡Es que te está llevando! Responde a todo lo que tu le pides… al fin y al cabo estás todo el tiempo en constante comunicación con un animal.

P.¿Es posible que sea el caballo uno de los animales que más te obligan a establecer con él una relación afectiva?


RJ. No te obliga, te transmite muchas cosas. Desde el calor corporal - en el que por cierto se basan muchas de las terapias que se hacen con niños - hasta el tamaño de sus ojos. El otro día leía que el caballo es el animal con los ojos más grandes… es muy expresivo. Es fácil crear un vínculo afectivo con él porque te habla a través de sus gestos.

RG. Con un perro, por ejemplo, te encariñas porque son muy empáticos y son capaces de detectar tus estados de ánimo pero al caballo se le añade un componente que el perro no te da. Yo misma me he pasado días y horas entrenando a mi yegua y cuando conseguimos algo la satisfacción es enorme porque lo hemos conseguido las dos. A lo mejor quienes entrenan a perros piensan lo mismo… Pasas con ellos alegrías, decepciones… A la hora de saltar el caballo te perdona a ti muchos errores de los que eres consciente y entonces te das cuenta de lo generoso que es el animal.

RJ. Estáis pegados piel con piel, llega a ser una extensión de tu propio cuerpo. Montar a caballo es una sensación parecida a la que siente Astérix cuando toma la ‘pócima secreta’ de la marmita. Es como si de repente tuvieras la fuerza increíble para llegar de un lado a otro en una sola galopada. Piensas en saltar cualquier obstáculo y lo saltas… es una sensación que no te puede dar ningún otro animal. Yo en mi perro me he montado pero no… (carcajada general).

Entrevista a Giulia y Julián del Club Hípico Mediterráneo de Burriana

P. ¿Hacéis ‘equinoterapia’ aquí?

RJ. Sí, no tenemos un grupo especializado pero si que tratamos a varios niños, sobre todo vienen con problemas como el autismo o el déficit de atención y les va genial. Algunos de los que tenemos han mejorado muchísimo.
Algunos venían sin apenas hablar y en unos meses de trabajo han comenzado a hacerlo, a expresarse, a moverse… para unos padres que veían que su hijo no se relacionaba con el resto de las personas, esos pequeños cambios suponen muchísimo. Sobre todo vienen muchos niños hiperactivos y les va muy bien. Claro, en cualquier otro deporte puedes moverte con más libertad. El caballo exige mucha concentración y quietud, tienes que prestarle mucha atención al animal.

RG. Para diversidades funcionales de tipo físico la equinoterapia requiere de un equipo médico, fisioterapeutas… pero en el caso de estos niños, el simple contacto con el animal ya es beneficioso.

P. La gente que viene a aprender, ¿hacia que disciplina tiende a encaminarse? ¿Salto, doma…?

RJ
. Sobre todo salto. A los niños les llama mucho la atención y cuando tienes un grupo hecho con algunos que saltan siempre animan a los otros. Quizá si tuviéramos un grupo grande de doma pasaría lo mismo. De todas formas, la doma es más disciplina y repetición. El salto es más divertido, aunque el objetivo es hacerlo perfecto al principio les decimos simplemente ‘apunta y pasa’. No es tan milimétrico. Además esa emoción que tiene el salto, una mezcla entre el miedo y la adrenalina, les llama mucho.

P. ¿Quién de vosotros dos es más duro dando clase, Julián o Giulia?

RJ. Yo. Giulia se encarga de los más pequeños porque tiene más paciencia, más empatía… y yo me encargo ya de los que quieren saltar y competir. Llega un momento en el que pasamos de tener una actividad física a practicar un deporte y esa es una diferencia que hay que marcar. El que quiere tomárselo como deporte debe ponerse serio. Supone trabajar más, esforzarse más… pero cuando ellos te lo pidan y estén preparados.

RG. Sí, él se encarga de los que tienen un espíritu de superación mayor y quieren comenzar a retarse con lo que supone la competición.

P. ¿Existe riesgo en este deporte?

RJ. Siempre hay riesgo pero te digo, por estadística, que en 20 años que llevo dando clase no he tenido ningún alumno herido grave. Siempre hay caídas pero no recuerdo que ninguna acabara con brazos o piernas rotas. Ni los de salto, que tienen más probabilidades.

RG. Las caídas que ha podido haber hasta las recuerdas y nada grave. Quizá en niveles de competición muy altos hay más accidentes pero tampoco recuerdo ninguno significativo.

P. ¿Cómo es Castellón a nivel de interés por la hípica como deporte?


RJ. Hay mucho interés. Seguro que es una de las provincias con más clubes donde practicar. Se está haciendo muy buena labor de base lo que pasa es que a nivel de competición no se nos puede considerar dentro de las provincias referentes, sobre todo por falta de apoyo económico. Castellón no es puntero, tiene un par de clubes que trabajan bien pero la competición requiere invertir mucho dinero. A nivel de escuelas es diferente, una capital como la nuestra tiene cuatro clubes grandes en los que se enseña hípica y eso no es lo normal.

RG. En la misma Valencia se empieza a mover ahora el tema de las escuelas pero hasta ahora debe haber las mismas que tenemos en Castellón, tres o cuatro.

P. Puede ser porque es una provincia muy cercana al mundo rural en el que el caballo está presente en muchas familias…

RG. Afición hay mucha. Hemos conocido a un montón de gente que tiene caballos en su casa pero no practica la hípica como deporte.

RJ. Es cierto que en Castellón el caballo gusta mucho a la gente. Siempre ha habido carros, desde que llevaban la arena o la maleza a las azulejeras… El caballo ha estado presente en la vida de muchas personas desde pequeños.
Los tienen porque les gustan, para pasear… y a partir de ahí, de esa afición, las escuelas que se han creado han ido atrayendo a gente.

P. Hablando de los paseos a caballo y de Castellón, con su orografía y su clima, ¿se demanda por parte de la gente el tema de excursiones por la provincia?

RJ. Sí, nosotros hacemos algunas. No nos sobra el tiempo pero hacemos salidas por ejemplo desde aquí a Borriol, también al balneario de Manzanera… Incluso por aquí hay mucha gente que va hasta ‘El Rocío’ con los caballos.

RG. Una de las cosas que tenemos en Castellón que propicia las excursiones es que la climatología es privilegiada. Tenemos, por ejemplo, unos clientes que viven en Francia y adoran los caballos pero allí no pueden montarlos durante el invierno porque los campos están helados, hace mucho frío… Eso aquí no pasa. Pocas veces hemos suspendido una clase por lluvia cosa que en otras ciudades es impensable.

P. Siempre que hablamos con gente que practica deportes al aire libre nos dicen que Castellón es casi un paraíso…

RJ. No hace falta irse tampoco muy lejos, en Asturias, Galicia… habrá muchos días en los que tengan que quedarse en casa o salir a montar con chubasquero.

RG. Es que es cierto. Y no sólo por la lluvia, por ejemplo conocemos a un chico que se queja en Zaragoza del viento. A los caballos la lluvia puede molestarles relativamente pero no es nada comparado con el viento que sí que les afecta. Entonces estar en un sitio como por ejemplo este de Zaragoza con una ventolera cada dos por tres es un handicap.

P. Y ya que hablamos de las potencialidades del territorio, para terminar, ¿hay ayudas institucionales a este deporte?

RJ. No. Pocas.

RG. En nuestro caso ninguna. Con que no te lo pongan difícil casi es suficiente.

P. ¿Qué le diríais a la gente que estará leyendo esta entrevista para que se acerque a conocer este deporte?

RJ. Que es un deporte único en el que se te permite establecer una relación muy especial con un animal. Te da la oportunidad de sentir cosas que ningún otro deporte puede aportarte y que seguramente te va a enganchar. Es un deporte maravilloso que te acompaña, si quieres y te gusta, durante toda la vida.

RG. Eso es muy importante. No es para nada un deporte excluyente, puede practicarse a todas las edades. Es un deporte, de verdad, muy bonito.

Dejamos la charla y damos la bienvenida a ‘Mofla’ que no ha querido perderse la visita. Además, los caballos reclaman su cena y no queremos hacerles esperar.

Entrevista a Giulia y Julián del Club Hípico Mediterráneo de Burriana
Julián y Giulia con Alba Saura y Pepe Lorite

Periodista: Alba Saura y Manzanares
Fotografía: Pepe Lorite
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