-Durante dos mandatos seguidos, que es el máximo que permiten los estatutos, ha sido decano de la Real Academia Valenciana de la Lengua. ¿Cómo la encontró y cómo la dejó?

La encontré en una situación muy crítica. Muy crítica por muchas razones. Había una parte, afortunadamente pequeña, de la Real Academia que quería derivar hacia la AVL, Academia Valenciana de la Lengua, algo que la mayoría no permitió. Y sobre todo también hemos tenido a partir de ese momento justo ocho años, es decir, dos mandatos consecutivos de políticos de una tendencia opuesta a nuestros principios que durante más de cien años hemos defendido. El resultado fue que durante ese tripartito no tuvimos ninguna subvención. Así que hubo que forzar la imaginación y preparar el bolsillo para evitar que no se cerrara la real academia. Y es que había un peligro claro de que se cerrara.


-¿Qué hicieron para evitar esa grave situación?

Había que tomar decisiones que no fueron muy agradables. Y gracias a eso pudimos superar las dificultades. Nuestra prioridad era mantener los contratos de tres personas sin las que es imposible funcionar. Un personal mínimo con el que operar. Son tres personas, concretamente tres trabajadoras: la bibliotecaria que trabaja en exclusiva para la biblioteca que custodia más de 30.000 volúmenes, -algunos de ellos muy importantes-, la recepcionista para atender las consultas y una ujier. Ellas son imprescindibles. Y lo conseguimos. Se mantuvieron los puestos de trabajo, que eran una prioridad. Una vez conseguido esto había que tener algo así como una economía de guerra. Los profesores, por ejemplo, no hemos cobrado ni un céntimo. Todos hemos colaborado y trabajado. Colaboramos mucho, por ejemplo, con la Universidad Politécnica de Valencia.


-¿Cual era el sentido de todas esas acciones?

Fundamentalmente lo que pretendíamos era uno de nuestros objetivos fundamentales que no es otro que dar a conocer la cultura valenciana, nuestra forma de vida, lo que podríamos decir, nuestras señas de identidad. Con ello se lograba ingresar una pequeña cantidad que no era para nosotros, sino que directamente la Universidad Politécnica se lo ingresaba a la academia. Y así fue como sobrevivimos, porque si no no hubiéramos podido. Quiero agradecer a todos los académicos que han estado colaborando continuamente conmigo. Es una labor de todos. Ha sido una labor de equipo. Tener un buen equipo coordinado que trabaje en la misma dirección y con esa generosidad ha sido sin duda el máximo logro.


-¿Cómo ve ahora la Academia?

Yo la veo bien. Y la veo bien porque el actual decano, al que conozco y con el que he tenido ocasión de hablar muchas veces, es una persona que tiene un espíritu crítico muy importante. Ha sido además decano del colegio de abogados de Valencia, tiene don de gentes, es culto… Yo lo único que estoy siempre al tanto es de que no se gaste lo que no se tiene, Y en eso siempre procuro estar atento. Sé que es una labor muy antipática, pero no hay más remedio. Todos los que estamos en la real academia valenciana estamos por amor al arte. Y es que no hay nada tan bonito como dar en vez de recibir.


-Una vez saneadas las cuentas y garantizados los puestos de trabajo. ¿Hacia dónde debería caminar o cuál sería el futuro de la academia?

Pues es muy sencillo. De hecho esa es una de las mayores preocupaciones y es salir, salir del Cap i casal que es justo lo que estamos haciendo hoy con nuestra visita a Castellón. Que tanto Castellón como Valencia y Alicante vayamos los tres cogidos de la mano de verdad, que nos ayudemos mutuamente. Yo no quiero buscar ahí culpables, pues siempre los culpables somos todos, pero creo que todo el esfuerzo que hagamos en ese sentido será poco. Por ejemplo de Alicante, siendo yo decano, han entrado por lo menos 3 académicos. Y también han entrado tres personas de Castellón como académicos numerarios. Tenemos como académico de honor el señor Posteguillo, profesor adjunto de la Universidad Jaume I de Castellón. También tenemos a Carmen Boldó, catedrática de la facultad de derecho de la UJI o a María Dolores Miralles, a la que todo esfuerzo le parece poco. Y queremos seguir así, hermanarnos de verdad y que trabajemos codo a codo. Estamos muy contentos con Castellón que está más avanzado por ejemplo que Alicante. Este es un buen reto para el futuro y para el presente.


-¿Qué puede aportar ahora mismo a la sociedad la labor que ustedes realizan, más allá de sumar a sus filas estas personalidades?

Te voy a ser muy sincero. Los valencianos hace mucho tiempo que no pintamos nada en Madrid y su Gobierno de España. Muchos años no estoy diciendo de ahora, si no hace muchos años. Yo creo que es porque hemos perdido confianza en nuestra labor como equipo. Me estoy refiriendo a que realmente en las decisiones de nuestro día día y de nuestro futuro inmediato tengamos participación real y tengamos cosas que decir.


-¿Y eso no es un poco utópico?

Eso es utópico hasta que deje de serlo. Yo por ejemplo otra cosa que he tenido también muy presente, en la medida que he podido en estos años, ha sido hablar con gente de peso, buscando un peso humano e intelectual. Y por eso he propuesto y hemos conseguido que fuera académico de honor un Premio Nobel en lengua española como Mario Vargas Llosa. Era una persona encantadora, pese a que estaba ya muy delicado de salud. Como no se encontraba bien le dijimos "no te preocupes, vamos a ir a la casa de Valencia en Madrid y allí vamos a hacerte la entrega de las credenciales como académico de la lengua”. Para mí fue todo un acicate. Otra cosa muy importante es que normalmente los valencianos no reconocemos el valor de nuestros compatriotas valencianos. Si Einstein fuera de Masarrojos le aseguro que no tiene el premio Nobel. Nosotros sí somos de apoyar a la gente que tenga valores que comunicar.


-Uno de los valores de este tipo de organizaciones es esa suma de talentos. ¿Cómo se maneja eso? ¿Cómo se lo devolvemos a la sociedad?

En primer lugar, el talento debe ser reconocido, eso es lo primero. Y luego normalmente esta gente ha tenido que hacer un esfuerzo grande a lo largo de su vida para conseguirlo, porque normalmente no han tenido apoyos o no han tenido casi apoyos. Lo que hay que hacer es favorecerlos de alguna manera. Enseñarles que hay un camino, y hay un camino que es el que ellos pretenden seguir. Al mismo tiempo, uno no está aislado. Me encanta el fútbol y entre todos los equipos que yo he conocido hay uno que para mí es el mejor de todos. Es el Liverpool. El Liverpool tiene un dogma, una consigna, que además es una música muy bonita que viene a decir algo así como “nunca os sentiréis solos”. Eso vale para los valencianos porque queremos lo mismo, porque defendemos lo mismo. No están solos, estamos todos en el mismo barco.


Entrevista a cargo de Patricia Mir, firma colaboradora de vivecastellon.com

Fotografïa: Pepe Lorite

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