La jornada comenzó en Castellón, con una ‘estación’ a las 11:30 h en la Iglesia de la Purísima Sangre. Desde allí, los fieles participaron en una peregrinación hacia la Concatedral de Santa María, donde se celebró la Eucaristía de apertura.
Por la tarde, las celebraciones continuaron en Segorbe, con una ‘estación’ a las 18:00 h en el Seminario y una peregrinación hacia la la S.I. Catedral, culminando con otra solemne Eucaristía. La apertura del Jubileo supone el inicio de un Año Santo, acogido como un don de Dios.
Las celebraciones eucarísticas se configuraron, en ambos casos, como una Misa estacional que incluyó un signo especial: la peregrinación hacia la Concatedral (en Castellón) y hacia la Catedral (en Segorbe), expresando el camino de esperanza del pueblo peregrino tras la cruz de Cristo. Este rito se desarrolló en tres momentos:
• La reunión de los fieles en la Iglesia de la Purísima Sangre de Castellón y en la Capilla del Seminario Diocesano de Segorbe desde donde partieron las peregrinaciones.
• La propia peregrinación, que se celebró bajo la guía de la cruz y en oración, cantando las letanías de los santos.
• La Entrada en el templo, que simboliza a Cristo como única entrada a la salvación.
Previo a la celebración de la Misa como punto culminante del rito de apertura del Jubileo y, una vez alzada la cruz en el umbral de la puerta de la Concatedral y de la Catedral, la comitiva hizo parada en la pila bautismal para celebrar la conmemoración del Bautismo que nos recuerda el momento en el que entramos a formar parte de la vida cristiana. Así, el Obispo de Segorbe-Castellón, roció con agua bendita a los fieles como recordatorio del Bautismo, que nos une a Cristo y nos llama a la santidad.
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