» PENEV de Xavo Giménez en el Paraninfo de Castellón
El Paraninfo de la UJI de Castellón acoge el viernes 30 de enero a las 20:00h el espectáculo PENEV de Xavo Giménez
Tras su estreno en marzo de 2015 en la Sala Ultramar, La Teta Calva Producciones vuelve con este texto de Xavo Giménez interpretado por él mismo y por Toni Agustí. Penev es una pieza que nace de la desidia y la esperanza frustrada. Penev habla del gol anulado y del partido amañado. Lubo Penev fue un mítico jugador del Valencia de los años noventa. Aquel búlgaro grandullón que hacía morder el polvo a los defensas centrales e hizo soñar a la grada con que algún día llegaría una extraviada y justa recompensa. Nunca llegó. Nunca llegará. Por eso Penev es un texto cercano. Cada uno tenemos nuestro Lubo particular. La llegada de Penev a la cartelera fue silenciosa, tratándose de un montaje humilde y de saldo, pero se convirtió en un éxito de crítica y de asistencia con llenos a partir del tercer día de exhibición. Ahora vuelven por sólo cuatro días y ya preparan su gira nacional.
Dos personajes. Antonio conoce a Javier. El primero es una víctima de una ciudad que devora personas, una ciudad en la que brotan piedras en el camino, adoquines con los que tropezar. Javier trabaja en una tienda de objetos de segunda mano. Antonio vende, Javier compra. Antonio compra, Javier paga. Antonio vomita, Javier escucha. El fútbol y el teatro se dan la mano y se ponen la zancadilla. ¿Qué harías cuando tu vida se desmorona? ¿Qué haces si te roban el partido, la cartera, la esperanza y el futuro? ¿Hasta dónde estás dispuesto a doblar la rodilla? ¿Para qué hemos hecho todo lo que hemos hecho? La vida sólo tiene sentido cuando se abre el telón o cuando rueda una pelota. Penev, un partido para jugar y ver.
PENEV. De Xavo Giménez • Penev es una obra sobre personas de segunda mano, usadas, cansadas. Sobre almas en trueque. Un álbum de cromos sin terminar es como quedar segundo. Uno piensa que lo va a conseguir pero no es así. En Penev se habla del pasado idolatradado, de un guateque, de Los Spotniks, de Fraçoise Hardy, de una acera, de Penev, de Arias, de Belodedici... Se habla de fútbol y de teatro. Toni Agustí y Xavo Giménez dedican un sereno grito a la hinchada y a la platea; ¡hola fondo norte! Un cántico desesperado a la afición para que levante los ánimos de un equipo plagado de frustraciones. En fin, que la vida es una puta mierda excepto cuando rueda la pelota o cuando se levanta el telón.
• La madre dice: Si hay que desperdiciar la vida de uno, mejor que sea poco a poco a poco. Para darnos cuenta de lo estúpido que ha sido uno. Para decorar nuestras horas con flores de plástico. Para seguir moribundos y a cámara lenta. Yo, cada vez que quiero que algo me salga bien, me tomo mi tiempo. Y cada vez que quiero que algo me salga mal, me tomo mi tiempo.
• El Hijo dice: Te voy a traer algunos discos más de mi madre. Dice que no los quiere escuchar más. Que le traen demasiados buenos recuerdos. Mira lo que me puedes dar y mañana me dices. Me voy a darle la cena. Putas aceras. Cuando no es una cagada de perro, es un adoquín en punta.
• ¿Qué harías si tu vida se cae a pedazos? Alguien lo tiene que pagar. Alguien lo va a pagar.
• EQUIPO PENEV • Texto. Xavo Giménez
• Actores. Toni Agustí y Xavo Giménez
• Iluminación. Martín Crespo
• Ayudante dirección. Carlos Amadador.
• Dirección. Toni Agustí y Xavo Giménez.
• Producción. La Teta Calva.
• Fotografía. Iaia Cárdenas y Jordi Pla.
• Distribución. A+
• Espectáculo en versión castellano y en versión valenciano.
• Duración: 60 minutos.
• Penev. Obra completa en youtube: •
https://www.youtube.com/watch? v=7EhHA22xYSE • El teatro es así. Lubo llegó al Valencia cuando yo tenía catorce o quince años. Desde la ventana de mi clase, en el colegio del Pilar, veía todas las tardes como se levantaban las banderas en lo alto de los mástiles que coronaban el fondo norte de la general de pie de Mestalla al otro lado de Blasco Ibáñez, marcando la clasificación y con ello la disputa con compañeros, muchos del Madrid por aquel entonces. Los curas del colegio eran casi todos de la Real Sociedad. Mestalla tenía su magnetismo discreto hasta que un día no sé qué presidente decidió forrarlo en cemento prometiendo tantas cosas que nunca se cumplen al más puro estilo valenciano, que no valencianista. Yo viví mi sentimiento che con pocas expectativas ya que nunca recordé un título. Mi abuelo me llevó a ver al Matador alguna vez y mi padre al mundial del ochenta y dos en aquel partido contra Honduras. Pero todo eran espaldas y piernas de gente más alta que no me dejaba ver la grandeza de la cancha. La llegada de Penev al Valencia, de Hiddink, de Leonardo y de otros pocos astros más me devolvieron la fe y la ilusión de ver buenas tardes de fútbol en Mestalla tras tediosas jornadas viendo a aquel Tomás pasando el balón hacia detrás una y otra vez. Me saqué el pase y me mezclé entre Yomus primero y entre Gol Gran después. Todo en el fútbol es ilusión. Ilusión y soberbia, pero más ilusión. Y de ahí nace mi texto “ Penev”. Yo tenía ilusión por esta ciudad, por aquel equipo, por el teatro, por caminos que empezaban... Pero vivimos en una tierra de paella y zancadillas. Somos una sociedad lesionada de por vida. Con un ligamento cruzado al límite y con una cojera crónica.
• Mucha gente habla del fútbol como una terapia del desfogue y donde las frustraciones se elevan a la altura de cantos de la hinchada. Pero el teatro no es menos para mi. Como dice Antonio (personaje de Penev), yo soy un pringao, de mucho nivel, pero un pringao. Y los pringaos necesitamos insultar al árbitro o a la alcaldesa. Necesitamos una diana, una flecha y un arco. Un balón y una portería. En fin, necesitamos jugar y ganar de una puta vez. Ya está bien de perder. El teatro me permite ganar. Jugar y ganar. Y que otros sientan la camiseta que yo me pongo por ellos. El teatro es así, como diría Di Estéfano o casi. Ha sido Penev porque la obra habla de mi. De mi pasado, de las estanterías de casa de mi madre y de los armarios con recuerdos que un día se olvidan y ya no vuelven. Hay un elemento en la obra que fue importante desde el principio. Son las tiendas de segunda mano, lugar donde transcurre la mayoría de la acción. Cada vez hay más. Cada vez la gente vende su pasado en masa. Esos sitios están repletos de objetos que han sido importantes y que ya dejaron de ser útiles. Por otro lado, no son cementerios, son casas de adopción. Alguien pasa por allí, ve algo que le pueda servir y esa cosa vuelve a tener una segunda oportunidad. En la obra he intentado que se respire en todo momento la angustia y la esperanza. La rabia y la esperanza. La risa y la esperanza. El gol en el último minuto. Como decimos en la nota de prensa, esta es una obra de personas usadas, de segunda mano.
• Hay un elemento que hace que la obra se ponga en marcha. Una simple transacción de cromos como lo hacíamos en el colegio. Deseabas llegar al patio y empezar a pasar los cromos como si estuvieras en la bolsa de Nueva York. Si te enterabas de que alguien tenía a Tendillo, a Sempere o cualquier otro no dejabas de acosarlo. Yo era capaz de cambiar a Maradona por un Giner o por un Arias. Dos personas adultas empiezan la obra con un cambio de cromos que no es otra cosa que convertir en cartas de la partida esos cromos deseados. Y es que cada vez más el teatro se convierte en un juego. Es la única manera de que el espectador se sienta parte de la partida. Intento en esta obra que el espectador entre a tocar el balón con nosotros, aunque sea de una manera distante y observadora. Hay varias claves que se van despejando en el juego hasta llegar a un final que yo creo que es un buen final. Un gol en el último minuto y con la mano. Como el de Diego.
Hace mucho que no voy al fútbol porque creo que se ha convertido en un acontecimiento del glamour. El otro día escuchaba a Mourinho decir que los jugadores del Madrid, en su etapa, se pasaban más tiempo en el espejo que estirando en el vestuario. Pasa lo mismo con la prensa deportiva que cada vez más es prensa rosa, o verde por el pasto. En la radio se montan tertulias chabacanas de gente que no pisó un balón ni en un pelotero. El fútbol me parece de los deportes más complejos que existen y por eso lo cuido tanto. No puedo ver un partido en un bar o en una grada donde la mayoría de la gente lo simplifica a un “qué malo es ese tío”. Con el teatro son tantas las similitudes que me asombra. Cuesta mucho poner en pie una producción. Ni me imagino lo que debe costar llegar a jugar en un equipo de primera. Es un sueño para elegidos. Ya lo apunto en la obra y ahora lo recalco aquí. En el fútbol si un jugador es malo no tiene futuro. En el teatro o en el cine si un actor es malo le dan un papel.
• Os invito a ver “Penev”, una obra de fútbol para los que odian el teatro y una obra de teatro para los que odian el fútbol. Fue Penev el ídolo de mis quince años como podría haber sido otro. Cada uno tiene el suyo. Ídolos que nos hacían creer en remontadas, que nos hacían jugar en el patio o los sábados por la mañana con espíritu guerrero y con agujetas en el corazón. Ahora más que nunca necesitamos de esa casta para tirar del carro en una época jodida para todos. El fútbol de hoy, por todo lo que lo rodea, es un noventa por cien de mentira y un diez por cien de arte puro. Yo me quedo con el diez por cien. Con la pelota dando tumbos por el césped y con el ruido del balón en la bota. No es más de lo que es y al mismo tiempo lo es todo.
Xavo Giménez. Autor de Penev.CRÍTICAS. • Revista "Saó" num. 392 (abril 2014)
• "Hi ha futur?”. Josep Lluis Sirera • Espectacles, per exemple, com Penev, un bon text de Xavo Giménez que reflexiona amb un punt d'amargor i molta lucidesa sobre les relacions familiars i la necessitat d'establir-ne d'altres de nou encuny en uns moments de crisi econòmica i social. Un text, a més a més, encertadament interpretat per Toni Agustí (meritori el control dels seus recursos i la sobrietat a l'hora d'emprar-los) i pel mateix autor. Una proposta en què per no faltar res trobem fins i tot alguna referència humorística, i molt reexida per cert, a les fórmules emprades pels autors arrenglerats en les suposades noves escriptures escèniques. Confie que aquesta obra, com moltes més, no morirà a les poques setmanes i es podrà continuar veient amb normalitat, val a dir: amb possibilitats reals que siguen conegudes per un públic més ampli que el format pels professionals.
• Revista Episkenion.
• “Luboslav al contragolpe”. Roberto Lisart. • Penev, claroscuro sobre un búlgaro cabal, es una metáfora afortunada de nuestra común desgracia como ciudadanos. Es, este nuestro, un país destruido -verdadero paraiso cainita- en el que ser un tarugo barema como mérito y donde Xavo Giménez, emerge desde aguas abisales para luchar contra el arte ramplón acojonado. Un artista montaraz, capaz de ponérselo clarito al primer cretino que se le plante por delante y sin embargo es tierno, concienzudo y generoso. Reparte por doquier su fuerza explosiva. Es por estas asentadas razones que todo lo hace bien y muchas veces lo clava. En Penev, con un montaje minimalista, resuelve la escena con un atrezzo básico (no ya por no gastar), sino porque no necesita nada más. La iluminación marca las rupturas controladas de unidad, tiempo y acción. Sin duda, Aristóteles se lo ha perdonado ya.
• La apostura springteriana de Xavo Giménez encuentra su antagonista merecido en Toni Agustí. Desde la aparición en la escena valenciana de Jose Manuel Casany no habíamos visto un joven actor tan cómodo en el escenario. Se mueve en escena con una predisposición genética hacia la acción dramática. Por momentos es una coreografía larvada en la tauromaquia. Debe mantener la concentración con fiereza, pues pronto será primer espada y debe rechazar los cantos de sirena. Si tiene talento que sepa que nosotros somos muy bestias y capaces de averiar su talento y ahuyentar a la musa Euterpe, que hoy todavía le protege. Debe saber que antes hemos conseguido destruir a centenares de actores y actrices.
• De algún tiempo a esta parte, estamos tan (aparentemente) derrotados por la crisis social, política y económica, que la perspectiva planteada por PENEV, es un canto a la resistencia ciudadana. La pieza no es un obrita del cuarto al tres, sino un duelo a muerte, embistiendo contra una bandada de cuervos, a golpetazos contra un maleficio de mariposas gigantes. Es esta una dramaturgia apabullante y sin complicaciones, en un dueto afortunado escrito por Xavo Giménez, e interpretado con Toni Agustí, que nos devuelve a la senda de la racionalidad desde una dura propuesta. Con todo, no es un final de partida, pues en la propuesta artística (y ciudadana) subyace una salida verosímil a este desastre de país (valenciano), donde el deporte nacional no es la pilota, sino la genuflexión, lo que justifica que tengamos tan elevadas tasas de hernia discal y donde la cultura (el teatro) es alfalfa deshidratada empaquetada en balas de pasto para consumo de rumiantes papanatas.
• Xavo Giménez ajusta la coherencia interna de su dramaturgia con algún que otro altercado y ajuste de cuentas con un espectador cretino, arrellenado en una poltrona que no existe en la Sala Ultramar, una pequeña nave tan sobria en sus medios como coherente en la intención en este baluarte de la programación consciente. Decimos que Xavo abronca en breves momentos, de soslayo, a un espectador (border theather) que, cariacontecido, abotargado e imaginario, en realidad no estaba presente (por suerte) en este paraíso creativo flotante, enclavado en aguas internacionales, alejado de la jurisdicción del Partido Popular valenciano.
• PENEV es un gran texto, apasionado, contumaz y viral, donde las intenciones políticas, la textura de los materiales y los medios de producción están en una extraña armonía en el siempre complicado intento de huir de una dramaturgia que se pliega en la construcción de un Teatro Nacional abiertamente imbécil. Al cabo, y al fin, la estupidez en la propuesta y la banalidad evanescente es el objetivo primigenio de una política cultural que se precie. Un juguete dialéctico lleno de obviedades y simplezas es lo que esperan los teatros públicos como propuesta artística de vanguardia de retrete, donde nuestro público (nacional) sólo tiene dos opciones en el momento de salir de la sala: elegir entre vomitar o cagar.
• Giménez e hijo (Toni Agustí) centran la atención de un público sensato y que nunca se rie -pero siempre sonríe- mientras ambos sostienen la hipertensión escénica en un universo de juguetes reciclados de lance, en busca de un teatro sostenible. La construcción de una dramaturgia valenciana del siglo XXI pasa por necesidad por deglutir el producto de marca blanca y lanzar al vacío un teatro parco en los medios y voraz en sus objetivos. No tenemos dudas de la utilidad de este sopapo, expuesto en la batería del escenario contra la política de los residuos y no sólo porque nos guste que lo hagan, sino por tratarse de un arte extremo que se posiciona en una falta de condescendencia con la doblez y la hipocresía. Es esta una actitud de resistencia y de obligada responsabilidad intelectual y ciudadana. Los actores, acorralados en un infierno de proporciones dantescas, no necesitan ser soliviantados. Rearmados desde un catenaccio que les constriñe en un partido con un juego tan apolillado que han decidido salir al contragolpe.
• Cartelera Turia.
• ¡Espectadooooorrrr!. Nel Diago. • He tenido en numerosas ocasiones de elogiar a Xavo Giménez en su faceta de actor. Alguna vez también como autor y director (Ártico). Ahora toca hacerlo triplemente, porque en Penev nuestro hombre demuestra su inteligencia escénica en todos esos rubros y algunos más. Dos actores (él y un mesurado Toni Agustí), dos mesas sobre las que vemos algunos discos, libros, juegos de ordenador, muñecos infantiles y que representan espacios diferentes (una tienda de segunda mano, el hogar materno de uno de los personajes) algún juego de luces, necesario y explícito… Esto es Penev, visualmente. Pero lógicamente es mucho más. Es una historia e la que la ficción y la realidad se entrelazan. En la que uno de los actores (Giménez) se desdobla en autor que comenta la propia obra que representa y el otro, Agustí, en espectador, a veces despistado; una obra en la continuamente damos saltos cronológicos y espaciales que no dejan de sorprendernos aunque estemos sobradamente avisados de que es ese el mecanismo, el juego de esta pieza tragicómica que reúne humor ácido, ternura, melancolía y crítica social y, sobretodo, un rendido reconocimiento a dos grandes pasiones: el fútbol y el teatro. Dos maneras próximas de jugar la vida, de vivir y de revivir la infancia. No es nada casual que la acción comience con los dos personajes intercambiándose cromos de futbolistas. Como no es casual que siempre nos quede el álbum incompleto porque jamás logramos la figura más anhelada o lo obtenemos cuando ya es demasiado tarde para su disfrute.
• Xavo Giménez a realizado con Penev una pequeña obra maestra (pequeña por su duración), una joya de belleza incalculable. Una pieza de orfebrería en la que cada uno de sus elementos encaja y se relaciona con el resto de forma impecable. Nada es casual o caprichoso, todo lo que vemos y escuchamos tiene sentido pleno. Un espectáculo formalmente sencillo y conceptualmente complejo, con una muy buena interpretación y con una sugerente estructura que hace que el espectador sea activo y participe. Como dice Giménez: “ La vida es una puta mierda excepto cuando rueda la pelota o se levanta el telón”. En definitiva, solo cabe un comentario posiblñe: ¡Gol! ¡¡Gol!! ¡¡Gooool!! ¡Golazo de Penev!
• Revista Cultural Verlanga.
• ¡Lubo! ¡Lubo!. Rafa Rodríguez. • Luboslav Penev fue un corpulento jugador que defendió la camiseta del Valencia CF durante 6 temporadas. Su fornida figura le permitía bregar con las defensas más huesudas y buscar el cara a cara cuando los codos adquirían más protagonismo de lo normal. Pero al mismo tiempo, y lejos del estereotipo del delantero torpón y gigante, atesoraba técnica y calidad (y sobre todo una visión propia de un vidente para leer las jugadas antes que el rival), y fueron muchas las jornadas de gloria que ofreció a una afición que gustaba de corear “¡Lubo! ¡Lubo!” en agradecimiento a su lucha. El futbolista, que acabaría marchándose al Atletico de Madrid que consiguió el doblete, también fue protagonista por asuntos extradeportivos. Un cáncer en el testículo izquierdo o la pelea a puñetazos con el presidente del Valencia, Paco Roig, cuando el búlgaro vestía la camiseta colchonera, son algunos de ellos.
• “Penev” es también el título del último montaje de La Teta Calva. Y el nombre no es lo único que comparte con el larguirucho futbolista. El búlgaro de presencia intimidatoria tenía ciertos rasgos infantiles (esos mofletes que se le marcaban cuando el cansancio físico hacía mella) y esa dualidad está presente en la obra, trufada de cierta comicidad sencilla y efectiva, que envuelve una historia dramática con las necesarias gotas de denuncia social. Y como en el caso del búlgaro, la función termina con unos cuantos goles en la porteria contraria.
• No es una obra entregada a la memorabilia con los brazos abiertos como podría pensarse. Esos recuerdos que van plagando la representació, bien sean nombres de grupos o músicos, juegos de la play o futbolistas del Valencia CF (con el ligero error de adjudicar a Viola 4 goles en un partido de Copa contra el Celta que, en realidad, marcó el brasileño Toni), no son meros ejercicios de estilo o guiños lanzados con un Kaláshnikov a la sensibilidad del público. Su presencia no es gratuita, sino necesaria para comprender mejor el perfil de los protagonistas y su manera de actuar. Nada es casual. Y ese es uno de los muchos méritos que tiene un texto, muy bien trabajado, que bajo la apariencia de gag desenfadado está transmitiendo una información que solo podrá ser descodificada cuando se tengan todas las piezas del puzzle narrativo. Ante la tentación de carcajear a la mínima, lo ideal es mesurarse, arremolinarse en el asiento y degustar lo que se nos ofrece.
• La historia viene marcada por la relación del dependiente de una tienda de objetos de segunda mano y un extrabajador de Canal 9 que ahora vive con su madre (tal vez, el aspecto más discutible desde el punto de vista de la credibilidad, dado que económicamente las condiciones de los afectados por el ERE televisivo sigue siendo igual de buenas que cuando trabajaban en el ente). Las transacciones comerciales, los apuntes de la vida personal del segundo, los recuerdos del primero, todo discurre con la comicidad tan característica de parejas como Walter Mathau y Jack Lemmon, con las que uno acababa empatizando con sus miserias.
• Xavo Giménez y Toni Agustí aparecen en escena intercambiado cromos y negociando sobre uno que le falta al otro para completar su colección. Un presagio de lo que será la relación en escena de los dos actores, cuyos personajes comparten la complicidad que une a los que no tienen mucho, pero que sibilinamente intentan aprovecharse del otro. Hay química entre ambos y de ello se beneficia un texto que avanza, inexorable, hacia un final (magníficamente cerrado) y que el vendaval representativo no permite anticipar.
• Mucha culpa de ello tiene Xavo Giménez (autor del texto) y su habilidad como contador de historias. Un fuera de serie. Con tres frases hipnotiza y a partir de ahí ya puede soltar el relato más inverosímil que una mente pueda imaginar, que todos le seguirían. Contar y captar la atención puede parecer sencillo cuando tienes toda una platea escuchándote fijamente, pero por eso mismo puede convertirse en el trabajo más complicado del mundo. Giménez maneja a la perfección los resortes narrativos y juega, experimenta con ellos (sin caer en ese teatro moderno al que saca los colores con sano gamberrismo), utiliza todo lo que tiene su alrededor (sean unos muñequitos o un Pocoyó saltarín), desafiando la mente del público para que lejos de permanecer como un pasmarote ante la representación vaya recreando y completando en su cabeza todo lo que él va sugiriendo. Actor, teatro, ya saben.
• Toni Agustí da vida a un ser apocado, que pasea su penuria por un presente que nunca hubiera imaginado. El actor hace de la moderación interpretativa el mejor perfil de un personaje que, incluso cuando estalla, sigue siendo fiel a la silueta trazada. Sus réplicas se esperan porque lejos de estar automatizadas van in crecendo paralelamente al progreso que va experimentando su papel. Como una cebolla que va desprediéndose de todas sus capas, Agustí va desnudando a su protagonista sin histrionismos, sin prisas, midiendo cada avance, cada nuevo descubrimiento, con la pausa y la calma del actor que ya lleva varios años subiéndose a un escenario. Reprime la ansiedad de querer mostrar todo lo que esconde y dosifica, sin por ello perder el tempo narrativo. En su debe, la escena en la que está viendo un partido de fútbol por televisión destila cierta impostura.
• Ultimes vesprades a Mestalla. Blog de fútbol valencianista.
• “A propósito de Penev y el teatro”. Rafa Lahuerta, socio del Valencia C.F. • Dos actores en estado de gracia sostienen una trama que arranca sonrisas y puñetazos a partes iguales. La sobriedad del escenario hace el resto. Posiblemente el talento consista en eso, en desarmar las mentiras del poder en un cuarto a oscuras. El Valencia CF no es el hilo de la obra pero si su trasfondo sentimental más llamativo. “La vida es una puta mierda salvo cuando rueda el balón o se abre el telón” escribe en un texto paralelo Xavo Giménez, director y protagonista de la obra. Razones no le faltan. Penev es eso. Aquella fuerza poderosa que pinchaba balones con el pecho y se buscaba la vida hasta llegar a la portería rival. Un poco como nos pasa a todos. En el mejor de los casos, un sueldecillo de mierda para sobrevivir y algo de frescura para no dejarnos engañar en exceso por la rabiosa actualidad que todo lo degrada. La grandeza de Penev está en atacar al poder sin perder el aroma de la inocencia. El fútbol es el opio del pueblo pero también es la luz que nos hizo soñar y aprender a vivir. Puede que haberme asomado a las mismas ventanas que Xavo me ayude a comprender mejor su magnífico texto. O es sólo la vanidad, que me hace sentir dentro de la trama con más elementos biográficos a mi favor.
• Toni Agusti. • Toni Agustí se forma en la Escuela del Actor de Valencia y en sus inicios trabaja bajo las órdenes de directores como Joan Peris, Ximo Solano, Carme Portaceli o Luca Ronconi del Piccolo de Milán. Funda la compañía L’Excèntric junto con Martín Crespo. También trabaja para La Pavana en la obra “Bebé” de Christopher Durang bajo la dirección de Rafael Calatayud con quien repite en “Terapies”, del mismo autor.
• Con Jerónimo Cornelles trabaja en “Costruyendo a Verónica” y en la obra “Cuentos de los bosques de Viena” de Odon von Horvath.
• Bajo la dirección de Joaquín Candelas. Da el salto a Madrid con la Compañía Centro Dramático Nacional con “Platonov” bajo la dirección de Gerardo Vera. Vuelve a Valencia para trabajar con Antonio Díaz Zamora en el clásico de Mihura “Tres sombreros de copa” como personaje protagonista. Para el dramaturgo Gabriel Ochoa trabaja en dos de sus Montajes; - “Mi camiseta sus zapatillas tus vaqueros” y “Den Haag”. Para el director Eduardo Vasco trabaja en dos produccions, ambas de Teatres de la Generalitat; “La Gaviota” y recientemente “Anfitrión”. Protagoniza la última producción de L’Horta teatre para la Sala Escalante, “Cyrano de Bergerac”, dirigida por Roberto Garcia. Y està de gira con la nominada a los premios “La Gente” de la compañía Perez&Disla.
• Como director se estrena en la primera versión en valenciano del texto del argentino Rafael Spregelburd “La Tossuderia”.
• Como actor de cine y televisión ha trabajado en series como Autoindefinits, Socarrats, Check-in Hotel o Bon dia bonica y en las pel·lícules “Martinini il valenciano” dirigida por Miguel Perelló y “Arroz y Tartana” de Vicente Escrivá.
• Xavo Giménez. • Valencia, 1975. Cursa la carrera de Bellas Artes en la Facultad San Carlos de Valencia en la especialidad de escenografía. Sus primeros pasos en el teatro son dentro de textos clásicos como Tartufo, Mesura per Mesura o Entremeses de Calderón. Recibe cursos en la Escuela de Teatro Escalante de Valencia y en la Escuela del Actor.
• Trabaja como actor en cuatro producciones (Teloneries, Ra.ta.ta.ta, H2O y Va de bo!) bajo la dirección de Pep Cortés para la compañía La Dependent. Con la compañía La Pavana trabaja en Crisis de Identidad dirigida por Rafael Calatayud y el espectáculo infantil L’Home Invisible para el Centre Teatral Escalante. Con el mismo director repite en el montaje de Teatres de la Generalitat Valencia El Narciso en su Opinión.
Con la compañía Ornitorrics trabaja en Mala Ratxa (Glen Garry Glen Rose), dirigida por Carles Sanjaime. Forma parte de la compañía Purna Teatre junto con el actor Pau Blanco donde ha participado como actor y autor en los espectáculos Trifasic, Yes We Camps y actualmente Star Farts (La guerra de las falacias). También ha escrito y dirigido Ártico, puesta en escena el 2011 en Espacio Inestable de Valencia. Para Oscura Teatre trabaja en el espectáculo dirigido y escrito por Abel Zamora Todas Muertas. Y repite como actor para Teatres de la Generalitat (CulturArts) en el espectáculo Temporada Baja dirigido por Sergio Caballero. En 2012 trabaja para L’Horta Teatre en Euforia (Espectáculo nominado a los premios Max como espectáculo revelación) dirigido por Roberto García. También trabaja como escenógrafo y actor en el último texto de Gabriel Ochoa “Den Haag”. Dirige para La Hongaresa el texto de Iaia Cárdenas ganador del premio Ciudad de Alcoy “Adiós Todavía” y que se representa en España y Argentina.
• Como actor participa en las series Autoindefinits, Socarrats, Per Nadal Torrons y Check-in Hotel, todas ellas para Canal Nou. En cine ha participado en Cos Mortal de Antoni Sendra y Carles Chiner y en el último trabajo de los mismos realizadores XYZ. También para la última película del realizador Carles Pastor Bestezuelas.
• Actualmente desarrolla carrera musical con la banda Giménez e Hijos, donde es vocalista, guitarrista y compositor.
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